«Si he llamado al steampunk una "respuesta" es porque se trata de algo más que un movimiento estético, lierario y artístico. A nivel estético, como se ha argumentado a menudo, sería una respuesta contra la deshumanización de cierta ciencia ficción supratecnológica. Pero a esto se le debe añadir un espíritu contrario al consumismo, y una vocación clara por retomar el control, tecnológico y artístico, sobre las máquinas que definen nuestra existencia...
En este sentido, a nivel cultural el steampunk se está revelando como uno de los movimientos claves de nuestro aun emergente siglo veintiuno, un siglo en el que nos hemos visto desprotegidos ante una crisis globalizada, y en el que la brecha social se agranda más cada día. El steampunk gana adeptos en mitad de este contexto desolador. Los escritores de steampunk de hoy, liberados de la tradición de la Edisonade o de Verne, enmascaran mediante la nostalgia y el supuesto escapismo de la novela de aventuras otras ansiedades más modernas, salpicando sus obras de frustración social, a la vez que se mantiene cierta apariencia de victorianismo oscuro pero divertido. Esta doble vertiente, la de unos atractivos contexto histórico y estético, utilizados para indagar en cuestiones más oscuras, lo convierte ne el subgénero perfecto para albergar la semilla de la rebelión.»
Del postfacio de Marian Womack.