Un relato puede narrarse de dos maneras.
Puede comenzar por el principio y avanzar hasta el final, o puede arrancar al final y retroceder hasta el principio.
En este caso, el principio se llamaba Klaus Ysvelrg, traficante de tiempo no sindicado, 42 años, casado tres veces y divorciado otras tantas, en tanto que el final era Isabel Sorensen, 29 años, licenciada en Ciencias Físicas, escritora y madre adoptiva de dos perros y un periquito.