Como de costumbre, Yáxtor Brandan ha salido vivo y triunfante de su última misión… aunque en esta ocasión ha sido por los pelos. De hecho, la recuperación del joven y mortífero Adepto Empírico será larga, lenta y dolorosa; con buena parte de sus órganos internos al borde del colapso y todo su cuerpo convertido en una inmensa cicatriz, poco podrá hacer Yáxtor por sí mismo durante los meses de convalecencia que tiene por delante.
Entretanto, la Reina de Alboné se ha casado con el Emperador de Honoi y el mundo entero parece en paz, tranquilo y a salvo. Una tranquilidad que no es más que apariencia, mientras, desde las sombras, distintos elementos van buscando su lugar en el tablero y preparándose para la batalla que se avecina. Un lugar y una batalla que, posiblemente, tengan mucho que ver con el convaleciente adepto.
¿Por qué un misterioso individuo al servicio de la Reina conoce tanto del pasado de Yáxtor? ¿Qué es lo que lleva a Shércroft, Jefe de Archivos de los Adeptos Empíricos, a interesarse por lo que le sucedió al joven hace siete años? ¿Cuál es el interés de Asima, Adepta Suprema de la Curación, en que lo ocurrido salga a la luz?
Poco a poco, distintos personajes exploran el pasado de Yáxtor Brandan y van sacando a la luz los rostros sepultados en él, mientras el futuro va tomando forma y revelando nuevas amenazas.
Usando como base los relatos cortos ya existentes sobre el adepto empírico, Rodolfo Martínez y Felicidad Martínez nos ofrecen la nueva entrega de la saga iniciada en El adepto de la Reina y se asoman a la memoria de Yáxtor Brandan a la vez que anticipan su futuro.